Cúpula de la Unidad
- Joris van de Pavoordt
- 18 jun
- 5 Min. de lectura

En lo alto de una carretera empinada y sinuosa descansa una joya arquitectónica no tan escondida: el templo Baháʼí. Su cúpula en forma de huevo se ve desde kilómetros de distancia a lo largo del Corredor Norte, invitando a todos a acercarse, conocer su comunidad, su propósito y, sobre todo, sus puertas abiertas y llenas de paz.
Una bienvenida tan cálida como la brisa
Al llegar al centro de visitantes, nos recibió de inmediato una voz amable y serena: la de una señora mayor vestida con una túnica blanca adornada con flores y una sonrisa cálida en el rostro. En la mano sostenía su celular, mientras sus ojos recorrían el lugar con atención. Aurora Franco de Carrasco nos empezó a contar, con entusiasmo, sobre la fe Baháʼí y sus principios fundamentales de igualdad y unidad. Los domingos, coordina a los numerosos estudiantes que ayudan a mantener el templo. Como un pequeño ejército de hormigas, trapean el piso, podan los arbustos, recogen hojas y organizan los folletos.
Al mencionar El Latido Local, de inmediato nos ofrecen sentarnos con Aurora para conversar con más detalle. Sin perder tiempo, nos conducen a una oficina cómoda, cuyo elemento más llamativo es una enorme pantalla de televisión que muestra 16 cámaras de seguridad en tiempo real. En el camino, la generala se asegura de que cada estudiante sepa exactamente qué hacer durante su breve ausencia del frente, garantizando que el templo se mantenga en un estado de impecable orden.
“Siento que últimamente muchas personas quieren hacer el bien, pero no saben cómo hacerlo ni cómo conectarse con los demás.”
De Bogotá al Baháʼí

Aurora cuenta que llegó a Panamá desde Colombia hace 42 años. Su compañera de apartamento en ese entonces era una mujer iraní de fe baháʼí, quien la introdujo a las enseñanzas y el espíritu acogedor de esta religión. Tras cuatro años de estudio y reflexión profunda, Aurora decidió abrazar la fe baháʼí también. En su vida profesional trabajó como maestra y escribió artículos para La Prensa y La Estrella. Su vocación docente se refleja claramente en su forma de ser, y explica el control firme —pero siempre amable— que mantiene sobre los estudiantes que ayudan en el templo. Es evidente que la quieren mucho: varios de los que están presentes fueron alumnos suyos en el pasado. Treinta y seis años después de unirse a la fe baháʼí, fue nombrada Directora del Templo de Centroamérica. Ese rol, sin duda, explica la atención constante que le presta a su celular durante nuestra conversación.
Aurora se muestra visiblemente feliz de conocernos y conversar sobre el estado de la sociedad y los esfuerzos comunitarios en los que todos podemos participar. “Siento que últimamente muchas personas quieren hacer el bien, pero no saben cómo hacerlo ni cómo conectarse con los demás”, nos dice con una mezcla de positividad y preocupación en su voz. “Incluso algunos líderes comunitarios a veces luchan por ‘guiar’ a su gente a ayudar a los demás.” Para ella, lo más importante en este momento es fortalecer la comunicación entre organizaciones y construir una red más sólida entre las personas.
Una fe que entrelaza las diferencias
Desde los principios de la fe baháʼí, Aurora sin duda contribuye a expandir el amor y la bondad. Fundada en el siglo XIX por el profeta Baháʼu’lláh, esta religión surgió en Irán y otras partes del Medio Oriente —donde aún hoy enfrenta persecución— antes de expandirse a Europa y Estados Unidos a inicios del siglo XX. En el corazón de esta fe está la creencia en un solo Dios, que revela su voluntad de forma progresiva a lo largo del tiempo a través de las Manifestaciones de Dios: figuras que fundaron las grandes religiones del mundo. El Buda, Jesús y Mahoma son reconocidos como algunas de las más recientes antes de Baháʼu’lláh. Los baháʼís ven las religiones del mundo como esencialmente unificadas en su propósito, aunque varíen en prácticas sociales o interpretaciones. La fe baháʼí enfatiza la unidad de toda la humanidad como principio central, rechazando explícitamente el racismo, el sexismo y el nacionalismo. Uno de sus grandes objetivos es la creación de un orden mundial unificado que garantice la prosperidad de todas las naciones, razas, credos y clases. Haz clic aquí para leer más sobre la fe baháʼí, sus orígenes y sus creencias.
“Nuestro ser espiritual es tan importante como el físico.”
Domingos, escrituras y debates con espíritu

Cada domingo a las 3 p.m., los baháʼís se reúnen en el templo para leer escrituras tanto de su propio libro sagrado como de otras religiones: la Biblia, el Corán, la Torá, el Bhagavad Gita y más. Una vez al mes, organizan un debate abierto sobre un tema elegido libremente por uno de sus miembros. Estos espacios de diálogo son esenciales, incluso para las propias escrituras de la fe: todos los textos pasan por un proceso de revisión pública, siendo compartidos tanto con miembros como con no miembros, como un verdadero reflejo de la inclusión y la búsqueda de unidad. Para Aurora, también son fundamentales las sesiones dedicadas al desarrollo espiritual en los niños. “Nuestro ser espiritual es tan importante como el físico”, nos dice. En esas sesiones, se enseñan valores como el respeto, la honestidad y la gratitud.
“Las donaciones son tanto un privilegio como una deuda, y no se nos permite endeudarnos con nadie, para evitar cualquier influencia no deseada sobre nuestra organización y enseñanzas.”
Sin ataduras
En El Latido Local siempre resaltamos formas de apoyar a los héroes de nuestras comunidades, y a través de sus enseñanzas de igualdad, erradicación de prejuicios y armonía universal, no tenemos duda en considerar a Aurora y a la comunidad baháʼí como héroes también. Para apoyarlos, no se puede donar dinero. Un principio clave de esta fe es la independencia total, incluso política. “Las donaciones son tanto un privilegio como una deuda, y no se nos permite endeudarnos con nadie, para evitar cualquier influencia no deseada sobre nuestra organización y enseñanzas.” Puedes apoyar a esta hermosa comunidad visitando su templo, abierto a todo el que desee meditar, rezar o simplemente admirar su arquitectura única e intrigante. Y por supuesto, disfrutar de las impresionantes vistas que ofrece de la ciudad y sus extensos alrededores.
¡Recomendamos mucho asistir a las lecturas de los domingos y a uno de sus debates mensuales abiertos!
Planifica tu subida
El templo se encuentra en el distrito de San Miguelito, junto a la estación del metro de San Isidro. La subida a la colina es corta pero muy empinada, y solo se recomienda para quienes estén en buena forma física. La comunidad baháʼí ofrece un bus de cortesía que sube y baja, y los taxis suelen cobrar alrededor de $3 por dejarte en la entrada.
¿Eres líder comunitario o estás motivado a mejorar el diálogo público y promover actos de bondad? ¡Contácta a Aurora y reúnanse!
